Esta última semana han sucedido varios trágicos sucesos,
pero los medios están gastando mucha tinta en resaltar sobre todo dos, el
asesinato de un militar en Londres y el apuñalamiento de otro soldado en París.
En el relato descrito por los medios y redactados de una
forma peculiar por los periodistas, han resaltado la religión que profesaban los
asesinos del londinense (que parece ser que confesaron ser musulmanes) y la
supuesta religión del criminal que ha agredido al militar francés. En las
primeras horas del crimen londinense, un medio de difusión nacional describió a los asesinos como ciudadanos que
no iban vestidos con “ropas musulmanas” y en la agresión
del soldado francés hablan del agresor como un hombre de unos 30 años, “barbudo,
que iba vestido con un blusón negro y una chilaba de color claro”.
Con estas descripciones quieren trasladar que una imagen sea
asociada a crímenes, lo que provocara una alarma social injustificada y lo más
peligroso de todo, una caza de brujas a todas aquellas personas cuya vestimenta
sea similar a la que han utilizado estos criminales.
Llevar “chilaba”o dejarse “barba” será un factor
determinante para ser sospechoso y ya no hablamos de ser musulmán, factor que resaltan
cada vez que se da una noticia de este calado.
En estos tiempos en los cuales la información es compartida
por toda la población del planeta gracias a las redes sociales e internet en
apenas unos segundos, la responsabilidad que cada persona debe tener a la hora
de facilitar información debe ser escrupulosamente respetada. Los medios de
comunicación así como las herramientas de interacción, son, a la vez que
difusoras de información, generadoras de opinión y por desgracia en lo
referente a los musulmanes están sirviendo para ponerlos en la diana de una
sociedad que en época de crisis cada vez busca mas culpables de sus problemas
aunque estos no tengan nada que ver con el asunto que se menciona.
Sucesos tan lamentables como los que acontecen estos días
provocan un rechazo y un refuerzo de estereotipos y prejuicios hacia los y las musulmanas,
provocando que una parte cada vez más amplia de la sociedad justifique
conductas de exclusión y rechazo hacia las personas que profesen esa religión y
cuya vestimenta no sea la dictaminada por las firmas de ropa occidental y los
grandes almacenes que utilizan como “esclavos” a seres humanos en Bangladesh.
Pasados los días, cuando estas agresiones se “olviden”,
ocurrirá que en algún municipio de España algún alcalde o alcaldesa iluminada, negara que ciudadanos de pleno derecho puedan tener un lugar de culto donde
reunirse y la reacción de la gente será la de apoyar esa restricción de
derechos constitucionales, porque en el subconsciente tendrán grabado que
personas con “chilabas” apuñalan. También sucederá que un día no muy lejano,
saldrá una chica denunciando que en su colegio o instituto no la dejan estudiar
al llevar el pañuelo en la cabeza y otra vez el subconsciente jugara una mala
pasada a nuestra querida ciudadanía del Siglo XXI y justificaran que la joven
no pueda estudiar.
Cuando eso suceda, los medios de nuevo se harán eco de esas
noticias y en ningún momento recordaran que un día ellos fueron participes de
la creación de estereotipos y prejuicios y se preguntaran que es lo que pasa en
esta sociedad globalizada en la cual la diversidad en lugar de riqueza, es
vista como fuente de problemas y exclusión.
Ojala me equivoque, pero lo que veo y leo me induce a pensar
así. Aun así, estamos a tiempo y si nos damos cuenta de que todas y cada una de
las personas de esta sociedad somos responsables de lo que le sucede al otro y
nos involucramos en una lucha y respeto de la diferencia sin caer en
estereotipos, evitaremos futuras discriminaciones.