martes, 24 de septiembre de 2013

Rajoy nos borra del mapa internacional

Lo han vuelto a hacer. De nuevo el PP, víctima de su precipitación en la toma de decisiones, se ha metido en un laberinto diplomático. Su incontinencia a la hora de mostrar el apoyo a EEUU respecto al conflicto sirio ha involucrado al Gobierno español que, además, se niega a dar explicaciones en el Parlamento.

En el último encuentro del G-20 celebrado en San Petersburgo, tuvimos conocimiento, a través de una nota de la Casa Blanca, de una reunión paralela en la que Mariano Rajoy firmó -en nombre de la ciudadanía española- un comunicado de apoyo a EEUU junto a 9 países (Australia, Arabia Saudí, Canadá, Corea del Sur, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Turquía). Desde ese momento no han dejado de surgir dudas respecto a lo que conlleva la firma de dicho documento por parte de nuestro Presidente.

Para intentar clarificar estas dudas, el diputado del PSOE, Álex Sáez Jubero, le hizo la siguiente pregunta al Ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, García Margallo: ¿Cuál es la posición del Gobierno en relación con la situación en Siria? Pero, por desgracia, una vez más, el Grupo Popular ha dejado claro en el Congreso que no piensa ser transparente en sus acciones y ha establecido su veto a que la Cámara celebre un Pleno para que el Presidente del Gobierno exponga su posición al respecto.

Estos gestos del Gobierno y de los diputados populares, demuestran que el ejecutivo no es capaz de articular una respuesta del papel de España respecto a lo que sucede en Siria. En la cumbre del G-20, Rajoy acudió raudo y veloz a la firma de un documento a cambio de una foto con Obama en medio de un pasillo, que parecía más un robado a un famoso que el encuentro entre dos presidentes de gobierno. ¿Y qué hizo el Presidente español cuando estaba junto al Presidente de una de las mayores potencias del mundo? En lugar de aprovechar ese momento para pedir una acción humanitaria, se limitó como siempre a sonreír y no decir nada. Si la prioridad en Siria es la seguridad y la libertad de sus ciudadanos -según dijo la portavoz del Gobierno, Soraya Sáez de Santamaría, tras el último Consejo de Ministros- ¿por qué no encabeza España, como primera medida, una ofensiva a nivel europeo y a nivel internacional, por ejemplo en la ONU, para reforzar el envío de ayuda humanitaria a los millones de refugiados? Tal vez esto no pueda ser posible porque el Gobierno español es cada día más inútil e incompetente y solo sirve para crear incendios diplomáticos. Véase lo sucedido este verano con Gibraltar.

Mientras, en el Reino Unido (ese país con el que tenemos el conflicto de Gibraltar) se daban dos circunstancias que deberían de servir de ejemplo para el Gobierno español y demuestran el antagonismo a la hora de hacer política, y eso que ambos son de derechas. Por un lado, el Primer Ministro, David Cameron, sometía a votación de los representantes de la soberanía popular, en un claro gesto de transparencia democrática, la propuesta de una intervención militar en Siria saltándose a la ONU. Los parlamentarios británicos votaron no. Días después de que el Primer Ministro recibiese este revés político, anunciaba un aumento de la ayuda humanitaria, aportando más de 60 millones de euros para alcanzar así la cifra de 475 millones de euros destinados a tratar de aliviar una de las peores crisis de refugiados del siglo.

Comparando estas dos actuaciones de dirigentes políticos, destaca el poco respeto que Rajoy le tiene al Parlamento español y su incapacidad para comunicar a la opinión pública lo que está pasando. Han convertido a España en un país irrelevante que dista mucho de la capacidad diplomática española de hace unos años. Cabe recordar cuando el anterior presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se reunió con el Secretario General de la ONU Ban Ki-Moon respecto al conflicto libio y cómo España presionó para que la Resolución que se alcanzó en el seno de las Naciones Unidas, reconociese la iniciativa y la implicación de las organizaciones regionales, sobre todo, la Liga Árabe, pero también la Unión Europea. Hoy en día, una reunión de Mariano Rajoy con el Secretario General de la ONU es impensable. Por desgracia, ya que como país podríamos aportar mucho, como ya hemos demostrado en anteriores ocasiones. Un gobierno serio y en condiciones, y no el que tenemos presidido por Rajoy, hablaría del importante papel de la ONU, que no se limita a autorizar o no intervenciones armadas, única cuestión que parece ser objeto de debate. Un gobierno serio recordaría que la ONU también es ACNUR o UNICEF, organismos que están paliando las consecuencias del conflicto sirio. Un conflicto que lleva más de dos años y que por ahora se ha cobrado decenas de miles de víctimas y ha provocado que más de 2 millones de personas hayan abandonado sus casas, buscando refugio en países vecinos como Líbano, Jordania, Irak y Turquía.

Si lo único que puede aportar el señor Rajoy como solución al conflicto sirio es la firma de un documento sin conocer lo que ello conlleva, si no se dedica a trabajar para impulsar la diplomacia y la ayuda humanitaria a través de los organismos internacionales, creo sinceramente que está incapacitado para representar a España.

Articulo publicado en Infolibre: http://www.infolibre.es/noticias/opinion/2013/09/14/rajoy_nos_borra_del_mapa_internacional_7674_1023.html

viernes, 13 de septiembre de 2013

Si no hay Sanidad, no hay Olimpiadas.

El pasado 7 de Septiembre, el sueño olímpico de Madrid 2020 se convirtió, por tercera vez consecutiva, en una pesadilla. Varios días después de este varapalo, ninguna de las autoridades ha sido capaz de dar una razón convincente del porque hemos pasado de ser la “ciudad favorita” tal y como vendían muchos políticos, atletas, empresarios y medios de comunicación entre otros, a ser la ciudad castigada injustamente.

En estas líneas voy a obviar las múltiples y desafortunadas respuestas que han dado (una vez se conoció el veredicto) muchas de las personas antes mencionadas y que demuestran que no saben perder y lo más peligroso, que crean futuros enemigos por si España desea optar de nuevo a albergar unos juegos olímpicos.

Por ahora, las únicas declaraciones que ha dado el presidente de la candidatura, Alejandro Blanco, tras llegar a Madrid, han sido para hablar de la necesidad de una “reflexión serena” para dar con las razones de la derrota de Madrid y yo, sin ningún objetivo más que el de ayudarle en su “serena reflexión”, le escribo varios apuntes.

¿Piensa el Gobierno de España que su política de trato a los millones de personas de origen extranjero ayuda a conseguir aliados en la búsqueda de lograr sus objetivos?

Lo dudó mucho. Parece que no recuerdan que hace unos días se cumplía un año de la entrada en vigor del discriminatorio Real Decreto 16/2012. Esta medida política del PP, considerada por miles de personas como un “apartheid sanitario”, permite que casi un millón de seres humanos no tengan acceso a la Sanidad. Una víctima de esta discriminación fue Alpha Pam, que falleció por negársele el tratamiento a una tuberculosis que sufría. ¿Cuánto costaba la radiografía y los medicamentos que hubieran salvado la vida de esta persona? Seguramente una cuarta parte del coste de uno de los billetes de avión de uno de los 180 miembros de la delegación que acudieron a Argentina para ver si nos daban las Olimpiadas.

Ante esto me pregunto una cosa. ¿Cree Rajoy que el miembro del COI de Senegal habrá apoyado la candidatura olímpica? ¿Y el resto de países que tienen en España una amplia comunidad de ciudadanos y saben que el PP les tiene en el punto de mira de sus políticas discriminatorias?
Le recomiendo al presidente de la candidatura, Alejandro Blanco, que tome nota de este apunte para su “reflexión serena” y se lo traslade al Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy y así sepan que múltiples han sido los motivos por los que no le han concedido a Madrid el honor de celebrar unos Juegos Olímpicos.

¡Ah! Y también le pido una cosa a las múltiples autoridades que acudieron y defendieron la candidatura olímpica. Defiendan las candidaturas diarias de miles de personas a tener un trabajo digno, una vivienda digna, una educación pública de calidad y por supuesto, una sanidad pública, universal y gratuita.