lunes, 29 de diciembre de 2014

Inmigrantes que cuentan para mucho más que para votar.

La "actualidad" marca la agenda de los medios de comunicación y, cuando un asunto no está en la agenda, se ignora o se olvida. Si no hay saltos en la valla de Melilla o de Ceuta, si no llegan pateras a Tarifa o a Málaga, si no llegan cayucos a Canarias, no tratamos el tema. Pero las migraciones han sido un hecho crucial para el ser humano desde el principio de los tiempos. El contexto marca mucho cómo se trata un asunto. No es lo mismo abordar los flujos migratorios y sus consecuencias mientras comemos o cenamos con imágenes de la llegada de pateras o de la Guardia Civil conteniendo a personas que quieren entrar en territorio español, que hacerlo sin que esto sea noticia.

En la mayoría de las ocasiones, los medios, sobre todo las televisiones, no son capaces de tratar este asunto si no es desde lo negativo o el "suceso". Recuerdo perfectamente la primera vez que acudí a un programa de televisión y el asunto del cual hablábamos. El programa, presentado por Jordi González en una cadena nacional y en horario de máxima audiencia de los sábados, trataba sobre los disturbios provocados por franceses, hijos y nietos de inmigrantes, en noviembre de 2005 en París. Se quería hablar de integración, de convivencia y de diversidad en un plató rodeado de pantallas de plasma con imágenes de coches ardiendo y de policías disparando botes de humo y pelotas de goma. Aún recuerdo la bronca que tuve en directo con el presentador al preguntarle si no íbamos a hablar de las cosas buenas que tienen los hijos de inmigrantes y su respuesta fue que ese programa era para hablar de los incidentes y de si estos podrían replicarse en España y que para hablar de lo bueno ya se haría otro programa. Todavía estoy esperando.

Es sólo un ejemplo, pero nueve años después seguimos con la misma dinámica: resulta difícil hablar de cosas buenas fruto de la inmigración en nuestra sociedad. Las últimas veces que las televisiones han hablado sobre las migraciones y la convivencia en nuestra sociedad diversa, ha sido desde el planteamiento del conflicto y el incidente o el drama. A mí, por el contrario, me gustaría que se hablase más de lo que gana nuestro país cuando su ciudadanía ve a Serge Ibaka, un joven negro, con la camiseta de la selección española jugando el mundial de baloncesto, o cuando el ganador de un Goya al mejor corto en 2007, fue un español que se llama Abdelatif Abdeselam Hamed, o cuando Layla Dris Hach Mohamed se convirtió en 2012, en la primera mujer en dirigir una comisaría de policía en la provincia de Jaén, o de Munir El Haddadi, un joven nacido en Madrid, al que Vicente Del Bosque ha elegido en alguna que otra ocasión para jugar con la selección española de fútbol.

Y aunque muchos lo desconozcan, estas personas pueden votar. Tanto los medios de comunicación, como los partidos políticos, deberían tener esto en cuenta y hacer una profunda reflexión que incida en la gestión de la diversidad y las ventajas que esta tiene.

Hoy celebramos el Día Internacional de las personas migrantes y esta celebración es una buena ocasión para recordar que el próximo 24 de mayo cientos de miles de personas podrán votar por primera vez al acceder a un derecho fundamental que el Gobierno de Zapatero facilitó. La firma de convenios de reciprocidad durante la etapa socialista permitirá que en la Comunidad de Madrid miles de personas puedan elegir a sus alcaldes y alcaldesas, lo que facilitará que en muchas ciudades de nuestro país se lleven a cabo políticas que tengan en cuenta al conjunto de la ciudadanía que reside en estos municipios, evitando así casos de discriminación que en muchas ocasiones son hirientes.

Aún está reciente el lamentable suceso del cierre del único cementerio musulmán existente en la Comunidad de Madrid. Esta irresponsabilidad provocó que durante tres semanas seis cuerpos no pudiesen ser enterrados, añadiendo indignación a unas familias que ya estaban sufriendo por la pérdida de un ser querido. Con la participación política, a través del voto, de aquellas personas que decidieron migrar y que hoy en día son ciudadanos de pleno derecho, las personas en las que se depositará la confianza para gestionar los recursos municipales se verán en la obligación de tener en cuenta todas las necesidades de sus vecinos y vecinas, independientemente de dónde hubiesen nacido.

La España de hoy no tiene nada que ver con la de hace 20 años, ni tan siquiera con la de hace 5 años. Nuestro país ha cambiado y deberíamos asumirlo lo antes posible. De nosotros depende si queremos hacerlo desde lo positivo o desde lo negativo. Parece que espacios como el de la cultura o el deporte se adaptan con mucha mayor rapidez a la realidad social y lo hacen desde lo positivo. Ya lo ven, alguien llamado Abdelatif Abdeselam Hamed ganando un Goya o un joven musulmán jugando con “La Roja”. Pero, por desgracia, todavía hay algo que se resiste y no termina de arrancar para poder promover un debate en condiciones sobre las ventajas y los posibles inconvenientes que acarrea la diversidad. Este espacio -el político, el de las instituciones- está muy lejos de alcanzar el objetivo de ser un fiel reflejo de la sociedad que quiere y debe representar. Pero probablemente esto empiece a cambiar a partir de las próximas elecciones municipales y autonómicas, ya que el peso del voto de la Diversidad podrá inclinar la balanza hacia un lado o hacia otro.


Por último, no debemos olvidar que los partidos políticos deberán afrontar un reto de cara a las listas electorales que presenten a los comicios de mayo, procurando la incorporación de personas que representen la Diversidad, en puestos que garanticen su elección. Esto significará que los partidos políticos materializarán una reivindicación ciudadana que no es otra que la de conseguir que en las instituciones haya una parte de la sociedad representada que a día de hoy no lo está. Sólo hay que ver cualquier parlamento autonómico o cualquier pleno municipal para comprobarlo.
Articulo de opinión publicado en El Pais el 18 de diciembre del 2014. http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/12/17/madrid/1418851473_857306.html

viernes, 11 de julio de 2014

¿A quién protege Israel?

Cada día sorprende más la hipocresía de algunos líderes políticos, ya no solo en sus acciones, sino en cómo las presentan. Esta vez quien ejerce una alta dosis de cinismo no es mi más ni menos que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que ha ordenado una serie de ataques militares sobre la franja palestina de Gaza, bajo el título de “Operación Margen Protector”.

La diplomacia israelí lleva varios años de capa caída y la imagen al exterior de los últimos Gobiernos israelíes no hace más que aumentar la crítica internacional a este Estado totalmente militarizado y blindado. Todo comenzó hace mucho tiempo, pero podríamos decir que se marcó un antes y un después cuando el pasado 29 de noviembre de 2012, de los 188 países que participaron en la Asamblea General de las Naciones Unidas, 138 países votaron a favor de la incorporación de Palestina como Estado observador en la ONU. Tan solo 9 países se negaron, entre ellos EE.UU e Israel, y la sensación de vacío empezó a aumentar.

Prueba de ello es que tras largos períodos de amenazas e incursiones militares provocando la muerte de personas, el gobierno de Netanyahu no pudo soportar que Al Fatah y Hamás alcanzasen un acuerdo el pasado 2 de abril y decidiesen formar un gobierno de unidad para así terminar con años de lucha fratricida tras la muerte de Yasser Arafat. Apenas unas semanas después de esta noticia, el Gobierno israelí dio por muertas las negociaciones de paz con Palestina.
A partir de ese momento, Netanyahu aceleró la construcción de centenares de viviendas en asentamientos establecidos en territorio ocupado a Palestina, provocando así mayor tensión en la zona y desoyendo las resoluciones de la ONU y los llamamientos al diálogo de la Unión Europea y Estados Unidos.

El secuestro y asesinato de tres jóvenes israelíes junto con el asesinato de un joven adolescente palestino, que fue quemado vivo, han provocado un aumento de la tensión en esa zona con lanzamientos de cohetes caseros desde la franja de Gaza por un lado, y bombardeos con artillería por tierra y mar desde buques de guerra israelíes por el otro. Por ahora estos bombardeos se han saldado con más de 38 personas fallecidas en territorio palestino, la mayoría civiles y muchas de ellas menores de edad.

¿Cómo una operación que se denomina “Operación Margen Protector” puede estar provocando este número de muertos? ¿A quién protege?
Podría decirse que el Gobierno de Israel no desaprovecha ninguna oportunidad para aumentar las colonias (en muchos casos habitadas por judíos radicales) y para bombardear amplias zonas de Palestina, todo esto facilitado por una comunidad internacional que parece que no existe.
La UE, paralizada por el efecto posterior a las elecciones al Parlamento Europeo del 25 de mayo, actúa con una interinidad, por no decir parálisis, que asusta. Asistimos con preocupación a un aumento de la escalada militar por parte de Israel anunciando la movilización de sus 40.000 reservistas en previsión de una incursión por tierra en Gaza, lo que es tan útil como utilizar gasolina para apagar un fuego. 

Por otro lado, la Liga Árabe ha pedido celebrar una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU para adoptar las medidas necesarias con el objetivo de que cesen los ataques israelíes contra la franja palestina de Gaza. El efecto que están provocando las imágenes de los bombardeos y de los heridos y muertos en los medios de comunicación de los países árabes está empezando a provocar protestas ciudadanas, tímidas por ahora, al encontrarse en estos momentos en pleno mes de Ramadán, pero que pueden ir en aumento si las intervenciones desproporcionadas del Ejercito israelí no cesan.

Por lo tanto, el cinismo del nombre de la operación militar iniciada estos días da una clara señal de las pocas ganas de trabajar por un acuerdo que garantice la paz en Oriente Próximo. Si se quiere proteger, se debe proteger a toda la población y no solo a una parte, mientras a la otra la sometes a continuos bombardeos y a cierres de fronteras y de suministros vitales a través de bloqueos constantes.
Articulo de opinión publicado en Infolibre; http://www.infolibre.es/noticias/opinion/2014/07/09/quien_protege_israel_19405_1023.html

viernes, 21 de febrero de 2014

Ceuta y la xenofobia europea

Conozco muy bien Ceuta. Mi madre nació ahí y voy de manera regular a visitar a la familia; parte de ella vive en el barrio de El Príncipe. Esta barriada, pegada a una frontera por la que todos los días transitan miles de porteadoras cuyo trabajo es llevar (por 2 euros el viaje) mercancía comprada en las tiendas españolas a Marruecos, tiene una playa cerca. Tan solo hay que cruzar la carretera que lleva a la frontera y se llega a la playa, una orilla llena de piedras conocida como el Tarajal. Ahí, en ese trozo de tierra de apenas unos metros de largo, donde antes no había alambradas, me he bañado muchísimas veces en unas aguas que han sido testigo y depositarias de la esperanza de mejora de vida de muchas personas que las han cruzado para poder llegar a España, Europa.
Yo personalmente he sido testigo en más de una ocasión de la proeza de algún valiente que aprovechaba un descuido de los gendarmes marroquíes y de la Guardia Civil española para entrar a nado y, una vez llegado a la orilla, cruzar con las pocas fuerzas que le quedaban la carretera para subir la cuesta que le llevaba a las casas de El Príncipe.
El pasado 6 de febrero sobre las 5 de la mañana, mientras la mayoría del país dormía, en la costa norte de África, junto a la frontera con Ceuta, más de 200 personas que habían atravesado medio continente africano huyendo de esas guerras y esa pobreza que vemos en la televisión y que en más de una ocasión nos arranca lágrimas, esperaban agazapados en el monte cercano. A una señal dada, empezaron una carrera hacia la frontera y tras dos intentos por tierra, decidieron de manera desesperada adentrarse en el mar. La temperatura del agua, que puede rondar los 10 grados, hace que cualquier esfuerzo se pueda calificar de titánico. Algunas personas comenzaron a acercarse a la playa del Tarajal (que ya es territorio español), donde les estaban esperando agentes antidisturbios de la Guardia Civil que dispararon pelotas de goma. El resultado, por ahora, es de al menos 15 personas muertas ahogadas. Todavía no sabemos si el mar está reteniendo más cuerpos.
Desde ese fatídico día se suceden las noticias y reacciones tanto del Gobierno como de la Unión Europea, partidos políticos, ONG y de la sociedad civil. Las reacciones de esta última son las que más me preocupan, porque parece que se mecen en la ola de populismo que atraviesa Europa en toda su plenitud. De nuevo el viejo debate está sobre la mesa y nos preguntamos si un ser humano tiene derecho a cambiar de país, de territorio, en busca de una tierra en la que hacer realidad sus sueños y deseos.
Cuando suceden estos hechos, sale lo mejor y lo peor del ser humano, de nosotros y de nosotras como sociedad española. Salen a la luz personas, muchas de ellas con responsabilidades políticas y que nos gobiernan, defendiendo la integridad de la frontera como espacio físico que debe separarnos del resto del mundo, reforzando el concepto de Europa fortaleza y legitimando así el uso de la fuerza para que no se viole esa integridad, aunque el precio sea la vida de seres humanos.

No hace falta ningún Le Pen cuando el ministro de Interior no dimite por las devoluciones ilegales de inmigrantes por una puerta de la frontera de Melilla
Han reforzado tanto la idea de la inmigración como un mal para Europa, que la vida de esas personas no vale nada. Han conseguido que la vulneración de derechos humanos en las fronteras sea legitimada por parte de la ciudadanía y que la responsabilidad de esas muertes no sea asumida por nadie, ni siquiera por quien dio la orden de lanzar las pelotas de goma cuando estos seres humanos se encontraban en el agua.
El populismo y la xenofobia campan a sus anchas por Europa y España también es Europa. No nos hacen falta ningún Le Pen o Wilders cuando un director de la Guardia Civil amenaza a toda aquella persona u ONG que defiende claridad y transparencia frente a la actuación de la Guardia Civil, que parece que ha provocado estas muertes. No nos hacen falta ningún Le Pen o Wilders, cuando el ministro de Interior no dimite por las devoluciones ilegales de inmigrantes por una puerta de la frontera de Melilla.
Parece que un sector lo tiene claro; ahora falta por ver si el resto también. Desde los grupos progresistas siempre se ha trabajado por el respeto a los derechos humanos y la lucha contra cualquier tipo de discriminación. Nos gobierna la derecha y el populismo avanza a grandes pasos, por lo que es necesario que el próximo 25 de mayo, día de las elecciones europeas, en España aprovechemos la oportunidad de demostrar que creemos en la diversidad y que de manera firme vamos a luchar contra la xenofobia, el racismo y el populismo que existe en Europa.
Artículo publicado en el diario El País el pasado 18 de febrero.