miércoles, 13 de octubre de 2010

El voto del miedo.


Esta claro por donde van a ir las estrategias electorales del PP. Han visto que el voto del miedo y del odio, les puede ayudar a alcanzar un mayor numero de diputados y aunque el coste sea elevado y haga peligrar la convivencia en nuestro país, ellos van a continuar por ese camino.
El inmigrante es malo, el diferente es malo, y del musulmán no digamos, es el demonio, puesto que hace peligrar las raíces cristianas que sustentan nuestro estado y nuestras vidas. Eso es lo que nos quieren hacer creer. Pero lo peor de todo es que muchos medios de comunicación están haciendo de altavoz de tan absurdas ideas y están colaborando con ello a que cada día mas personas se sumen a ese discurso.
Hace unos meses empezaron con el discurso sobre el Burka y el Niqab, prendas que no se dan en nuestra sociedad, y si se dan, son en contadas ocasiones. Es decir 8 o 9 personas en un total de casi 50 millones de habitantes. Con la discusión encima de la mesa respecto a esas prendas, encendieron la mecha del odio al Islam y a sus “bárbaras costumbres” según ellos y crearon el caldo de cultivo de una islamofobia que en un breve periodo de tiempo ha dejado de ser sutil.
La derecha en nuestro país esta copiando un discurso de la extrema derecha de Europa, lo cual a mi entender, convierte al PP en este asunto en la extrema derecha de España. Permitir que dirigentes del PP, inciten al miedo y al odio hacia determinadas personas, por el simple hecho de haber nacido en otro país, y haber emigrado a España o por ser de religión musulmana, es una irresponsabilidad y les hace cómplices del grave delito que supone la incitación al odio, el racismo.

Me atrevería a decir hoy en día que en el PP, hay racistas y que estos están ocupando cada día más espacios de poder y lo utilizan para marcar la estrategia de este partido de cara a las elecciones. Una estrategia que va dirigida a plantar la semilla del odio y crear un clima de paranoia generalizada, que hace que en bares, medios de transporte y corrillos de la calle se reproduzcan conversaciones que empiezan con la típica frase “Yo no soy racista pero, los moros que construyan su mezquita en otro sitio” “Yo no soy racista pero, que los rumanos se vayan a su maldito país, que aquí solo vienen a robar”

Esta claro que estos políticos ya no tienen pudor a decir tales cosas y por desgracia, muchas personas también están dejando de tener vergüenza a la hora de expresarse en estos términos. Por eso desde la derecha empiezan a ver que les puede ser rentable electoralmente hacer ese tipo de declaraciones, y lo que debería ser un ejercicio de responsabilidad para alguien que aspira gobernar, se torna en populismo para ganar votos.
Si hay que manipular la realidad y maquillar las cifras que desmienten que los inmigrantes quiten puestos de trabajo, se hace. Si hay que decir que los musulmanes son malos y hacen que se pierdan los “valores” y la identidad de España, se hace. Todo por el voto. Pero cuidado, la línea es muy fina y podemos encontrarnos con situaciones incomodas, en las cuales esa incitación al odio se traduzca en agresiones y lo peor de todo, que estas agresiones se conviertan en muertes. Acusar directamente al diferente de todos los males, puede ser la excusa para que algún perturbado se tome la justicia por su mano y ante cualquier situación o conflicto que surja, utilice la violencia como única solución al problema. Tal vez entonces se den cuenta del monstruo que han creado con sus discursos.
Por eso es necesaria una reacción que no deje lugar a dudas respecto a lo diferente, a la diversidad de este país y ataje sin miramientos el discurso de la incitación al odio.
No se puede dar por hecho que la incitación al odio y el discurso del miedo vaya a ser rentables electoralmente. El que lo haya sido en otros países de Europa, no debe de servir para que aquí se utilice y desde la izquierda debemos trabajar para evitarlo.
Tenemos que enfrentarnos sin lugar a dudas a los discursos que vulneren el respeto a los derechos humanos. Tenemos que enfrentarnos de manera contundente a los discursos que incitan al odio a los musulmanes, a los gitanos, a los diferentes, que al fin y al cabo los somos todos. Debemos dar la cara y sobre todo debemos luchar para que esos medios de comunicación que dan cobertura a los intransigentes, se vean obligados a dudar de dar noticias así. Que tengan vergüenza de ayudar a expresar públicamente un discurso racista y de esa manera hacer pedagogía para que las personas que dicen barbaridades invitando a la exclusión y al odio al “diferente” reflexionen sobre si esa diferencia es la causante de sus problemas, o si tan solo es una excusa para no afrontar la realidad.

La sociedad de nuestro país, ha cambiado, y lo seguirá haciendo en un contexto mundial en el que en apenas 8 horas de avión estas en la otra punta del planeta. Cuanto antes aceptemos que nuestro mundo es así, lleno de personas de diferentes rasgos, diferentes religiones, diferentes orientaciones sexuales, diferentes formas de ver la vida. Antes nos sentiremos mejor con nosotros mismos y nos evitara ser objeto de manipulaciones malintencionadas para buscar culpables en lugar de buscar soluciones.

Por eso antes de caer en la tentación de dejarnos llevar por el miedo a la hora de votar, es mejor reflexionar si tal vez algún día seamos nosotros los que seamos utilizados para dar miedo. Tal vez así la gente no vote ni apoye esas opciones. Y lo mejor de todo tal vez así nadie utilice esos argumentos para conseguir votos.