martes, 29 de mayo de 2012

Gestionar una crisis, recortes de Políticas Sociales.

España lleva ya varios años sufriendo los efectos de una crisis económica. Muchos han sido las lecturas de los orígenes de esta crisis y mi intención no es volver a enumerarlos, aunque si me gustaría dejar una cosa clara; las personas que la están sufriendo, no son las que la provocaron.

En otro orden de cosas, lo más llamativo de esta crisis es que nos estamos encontrando con que nuestros gobernantes están demostrando una desafección por la ciudadanía y una falta de contacto con la realidad que asusta. Frente a dramas familiares que se están viviendo en nuestras ciudades, la mayoría de gobernantes se están limitando a gestionar los recursos como si de cuadrar una caja registradora se tratase, olvidándose totalmente de los hombres y mujeres que habitan en sus barrios. Por todo esto, muchas personas se hacen la siguiente pregunta, ¿están siendo correctas las decisiones que toman nuestros gobernantes para el conjunto de la ciudadanía?

Cada día que pasa conocemos más casos de personas que llevan sin trabajar una cantidad desorbitada de meses. Esta situación se agrava cuando son familias completas las que se encuentran en el paro y entonces nos preguntamos, ¿estarán pensando los gobernantes que es lo que están haciendo estas personas en su día a día? Y de repente nos damos cuenta que aquellas personas en quienes confiamos para gestionar nuestros barrios, municipios, comunidades y nuestro país se están olvidando de algo muy importante, nuestro bienestar. Un bienestar que desde la derecha siempre y en algunas ocasiones desde la izquierda también, siempre se ha intentado ligar a beneficencia y limitarlo a simples ayudas económicas. De este engaño es cuando la población legitima los recortes en Políticas Sociales, creyendo que este es un gasto que en ocasiones se puede y se debe recortar, si no suprimir, ya que lo importante es que cuadren la caja registradora. En más de una ocasión he escuchado a políticos de derechas de este país decir que la única Política Social es la de dar trabajo, planteamiento desde mi punto de vista erróneo y fruto de no haber vivido nunca un periodo de desempleo.

El estar en el paro provoca en muchas personas un aumento de los problemas de salud mental, derivados de la falta de autoestima al no sentirse productivos y al aumentar la cantidad de horas libres. También nos encontramos con problemas en el acceso a los alimentos, lo que provoca un consumo insuficiente e inadecuado que llevan a miles de ciudadanos a situaciones de desnutrición, sobre todo en niños, tercera edad y mujeres embarazadas o lactantes. Las enfermedades tanto mentales, como físicas, derivan en un deterioro del bienestar del individuo y por consiguiente de la sociedad, que no es otra cosa que la suma de individuos. Horas y más horas sin nada que hacer, porque en pro de la necesidad de cuadrar esa caja, se han suprimido las actividades del barrio.

Ya no hay presupuesto para los educadores sociales, desaparecen las actividades culturales. Es más, ahora que llega el buen tiempo vemos noticias de barrios y municipios que no tienen ni siquiera para abrir la piscina pública. El ocio y tiempo libre deja de existir y las actividades culturales, deportivas y demás desaparecen, provocando que el individuo se encierre en sí mismo y no haga más que reproducir y ampliar sus problemas derivados de la situación que le ha tocado vivir. Los espacios comunes se deterioran, los parques, las pistas deportivas y centros culturales tienen que cerrar por falta de presupuesto.

Los jóvenes, mayores y niños no encuentran otra opción que la de quedarse en casa y ver la TV y en esta solo hay malas noticias, la prima de riesgo que sube, casos de corrupción y crisis por todos los lados. Ante conflictos familiares, se desmantelan dispositivos como los puntos de encuentro familiar en la Comunidad de Madrid, el presupuesto se ha recortado. Cuando los problemas son vecinales pasa lo mismo, no hay presupuesto para mediadores vecinales, ni para educadores, trabajadores sociales y animadores. Fueron las primeras víctimas de los recortes. Y entonces es cuando uno recuerda que esas personas a las que voto para que les hiciese la vida más fácil y convirtiesen el sitio donde viven en un lugar mejor, han cambiado de discurso y le dicen que esta vez no puede ser, porque la crisis obliga a apretarse el cinturón.

Siempre que hay una crisis económica hay una víctima principal y esta no es otra que el ciudadano, el cual ve que las políticas sociales, una vez más, son eliminadas.