La "actualidad" marca la agenda de los medios de
comunicación y, cuando un asunto no está en la agenda, se ignora o se olvida. Si
no hay saltos en la valla de Melilla o de Ceuta, si no llegan pateras a Tarifa
o a Málaga, si no llegan cayucos a Canarias, no tratamos el tema. Pero las
migraciones han sido un hecho crucial para el ser humano desde el principio de
los tiempos. El contexto marca mucho cómo se trata un asunto. No es lo mismo
abordar los flujos migratorios y sus consecuencias mientras comemos o cenamos
con imágenes de la llegada de pateras o de la Guardia Civil conteniendo a
personas que quieren entrar en territorio español, que hacerlo sin que esto sea
noticia.
En la mayoría de las ocasiones, los medios, sobre todo las
televisiones, no son capaces de tratar este asunto si no es desde lo negativo o
el "suceso". Recuerdo perfectamente la primera vez que acudí a un
programa de televisión y el asunto del cual hablábamos. El programa, presentado
por Jordi González en una cadena nacional y en horario de máxima audiencia de
los sábados, trataba sobre los disturbios provocados por franceses, hijos y
nietos de inmigrantes, en noviembre de 2005 en París. Se quería hablar de
integración, de convivencia y de diversidad en un plató rodeado de pantallas de
plasma con imágenes de coches ardiendo y de policías disparando botes de humo y
pelotas de goma. Aún recuerdo la bronca que tuve en directo con el presentador
al preguntarle si no íbamos a hablar de las cosas buenas que tienen los hijos
de inmigrantes y su respuesta fue que ese programa era para hablar de los
incidentes y de si estos podrían replicarse en España y que para hablar de lo
bueno ya se haría otro programa. Todavía estoy esperando.
Es sólo un ejemplo, pero nueve años después seguimos con la misma
dinámica: resulta difícil hablar de cosas buenas fruto de la inmigración en nuestra
sociedad. Las últimas veces que las televisiones han hablado sobre las
migraciones y la convivencia en nuestra sociedad diversa, ha sido desde el
planteamiento del conflicto y el incidente o el drama. A mí, por el contrario, me
gustaría que se hablase más de lo que gana nuestro país cuando su ciudadanía ve
a Serge Ibaka, un joven negro, con la camiseta de la selección española jugando
el mundial de baloncesto, o cuando el ganador de un Goya al mejor corto en
2007, fue un español que se llama Abdelatif Abdeselam Hamed, o cuando Layla
Dris Hach Mohamed se convirtió en 2012, en la primera mujer en dirigir una comisaría
de policía en la provincia de Jaén, o de Munir El Haddadi, un joven nacido en
Madrid, al que Vicente Del Bosque ha elegido en alguna que otra ocasión para
jugar con la selección española de fútbol.
Y aunque muchos lo desconozcan, estas personas pueden
votar. Tanto los medios de comunicación, como los
partidos políticos, deberían tener esto
en cuenta y hacer una profunda reflexión que incida en la
gestión de la diversidad y las ventajas que esta tiene.
Hoy celebramos el Día Internacional de las personas
migrantes y esta celebración es una buena ocasión para recordar que el próximo 24 de mayo cientos de miles de
personas podrán votar por primera vez al acceder a un derecho fundamental que
el Gobierno de Zapatero facilitó. La firma de convenios de reciprocidad durante
la etapa socialista permitirá que en la Comunidad de Madrid miles de personas
puedan elegir a sus alcaldes y alcaldesas, lo que facilitará que en muchas
ciudades de nuestro país se lleven a cabo políticas que tengan en cuenta al
conjunto de la ciudadanía que reside en estos municipios, evitando así casos de
discriminación que en muchas ocasiones son hirientes.
Aún está reciente el lamentable suceso del cierre del
único cementerio musulmán existente en la Comunidad de Madrid. Esta irresponsabilidad
provocó que durante tres semanas seis cuerpos no pudiesen ser enterrados, añadiendo
indignación a unas familias que ya estaban sufriendo por la pérdida de un ser
querido. Con la participación política, a través del voto, de aquellas personas
que decidieron migrar y que hoy en día son ciudadanos de pleno derecho, las
personas en las que se depositará la confianza para gestionar los recursos
municipales se verán en la obligación de tener en cuenta todas las necesidades
de sus vecinos y vecinas, independientemente de dónde hubiesen nacido.
La España de hoy no tiene nada que ver con la de hace 20 años, ni tan
siquiera con la de hace 5 años. Nuestro país ha cambiado y deberíamos asumirlo
lo antes posible. De nosotros depende si queremos hacerlo desde lo positivo o
desde lo negativo. Parece que espacios como el de la cultura o el deporte se
adaptan con mucha mayor rapidez a la realidad social y lo hacen desde lo
positivo. Ya lo ven, alguien llamado Abdelatif Abdeselam
Hamed ganando un Goya o
un joven musulmán jugando con “La Roja”. Pero, por desgracia, todavía hay algo
que se resiste y no termina de arrancar para poder promover un debate en
condiciones sobre las ventajas y los posibles inconvenientes que acarrea la
diversidad. Este espacio -el político, el de las instituciones- está muy lejos de alcanzar el
objetivo de ser un fiel reflejo de la sociedad que quiere y debe representar. Pero
probablemente esto empiece a cambiar a
partir de las próximas elecciones municipales y autonómicas, ya que el peso del
voto de la Diversidad podrá inclinar la balanza hacia un lado o hacia otro.
Por último, no debemos olvidar que los partidos políticos
deberán afrontar un reto de cara a las listas electorales que presenten a los
comicios de mayo, procurando la incorporación de personas que representen la
Diversidad, en puestos que garanticen su elección. Esto significará que los
partidos políticos materializarán una reivindicación ciudadana que no es otra que
la de conseguir que en las instituciones haya una parte de la sociedad
representada que a día de hoy no lo está. Sólo hay que ver cualquier parlamento
autonómico o cualquier pleno municipal para comprobarlo.
Articulo de opinión publicado en El Pais el 18 de diciembre del 2014. http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/12/17/madrid/1418851473_857306.html
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